Son tantas las veces que me gustaría
(y hasta daría la raíz de mi cabello para que así fuese) que las letras de mi
teclado se convirtieran en blanco y negro para ser las teclas de un piano. Para
ampliar su musicalidad, para ponerle alas más granes que las que mis labios les
dan.
Mi lengua las aplasta contra el
paladar empujándolas contra mis dientes donde, ansiosas, anhelan que mis labios
las susurren para volar. Si mis dedos pudieran acompañarlas en su viaje con mi
música, si pudiera envolverlas en algodón para protegerlas… Si pudiera hacerlas
sonar de manera que penetraran en las cabezas de la gente, de forma tan
repetitiva que nadie pudiera ya jamás dejarlas de recitar…
Si pudiera dejar de anhelar lo que
no puedo. Si lograra poder conseguir lo que sí soy. Si no llorara lo que anhelo
y sonriera a lo que tengo. Mis palabras, risueñas, ya no necesitarían nada, la caricia
de mis labios sería suficiente para que su vuelo se perpetuara. El vuelo… de
las palabras, de mis palabras.
En las teclas de un piano... precioso...
ResponderEliminarMainsfield