viernes, 14 de agosto de 2015

Tu luz en los infiernos


     Entre el cielo y los infiernos y la luz y la oscuridad hay tonos de colores y oscilaciones de iluminación.  Y cabalgamos entre ellos sin ser siempre conscientes y a veces provocamos nuestra propia cautividad


viernes, 7 de agosto de 2015

Maullando en tus sábanas, resurgiendo en ellas


    Lo infinito de tus curvas despierta mi inquietud. Reaviva deseos que perdí al abandonarte, al renegar de mí. Me permití olvidar esencias de las que jamás debí escapar. Reniego del olvido y de esa parte de mí. Ahora he descubierto el deseo y la pasión, el sexo que me inunda a tu lado y la impaciencia que me apresa cuando no te siento en mí.
     He encontrado al animal que reside en mi interior, a la furia que me inunda despertando mi sed de ti… La que hace que el calor enrojezca cada centímetro de mi piel, cada milímetro de mi Alma cuando el deseo me apresa y me lleva entre tus dedos y en la fuerza de tu pelvis se pierde.
     Y me siento fuera de mí cada vez que cierro los ojos y no veo otro recuerdo que el de tus jadeos en mis oídos, el de mis uñas en tu piel, el sonido de tu pantalón al caer, de mi blusa al rasgarse.
     Y acumulo recuerdos que guardo en el cajón del onanismo que dedico a tu piel, lleno de ti, de los momentos que no paso contigo, que son anhelo de deseo y jadeo de tu piel.
     Y no puedo por menos que buscar en mis bolsillos la llave que me conduce a ti, la de la puerta tras la cual se esconde el éxtasis real, las sábanas entre las cuales me arrastro incandescente guiando la búsqueda de mis labios que, entreabiertos, buscan saciar mi hambre de ti: devorarte a pedacitos para que me dures el máximo de tiempo dentro de mí. Para hacer que sea eterna la noche en que me cuelo en tus sábanas y te hago ser solo para mí.


     En lo oscuro del momento no te permito mirar… ha llegado la sorpresa: la gata que se cuela en tus sueños y maullando los hace realidad, esa dosis de vida y energía que llega a tu cama como un regalo, donde mis dedos se pierden en tu pelo estirando con fuerza para hacerse notar, donde la pasión de los besos se hace evidente por lo intenso de la brusquedad de sus movimientos. Respiraciones que, en su fusión, hacen arder los polos y deshielan cualquier iglú. Porque el mundo se para en el hueco que forman nuestros ombligos al juntarse, y se queda allí parado esperando el éxtasis final, que llega a voz en grito expulsando un orgasmo sin igual.