martes, 30 de junio de 2015

Si te dejas entrar...

     A veces siento que me pierdo en lo oscuro de algunas sensaciones. Oscuro no por lúgubres si no por lo escondidas que están. Dedico un rato a indagar, a estirar esa puntita que se hace ver para hacerme saber que están  ahí: tímidas y delicadas. Necesito siempre la ayuda de mi libélula, la que me ilumina el camino: mi camino. Y cuando viene empiezo a verlo posible, e invierto más tiempo reabriendo cajones buscando recuerdos, esperando hallar belleza en emociones color rosa que me hacen sonreír.
     Y quiero gritar que no se escondan… que salgan de ahí. Porque alguien que ignora lo que siente, (pues acaba de descubrir que siente)  necesita entender su nueva perspectiva. Des de la perspectiva que le ofrece ser protagonista de su vida, una vida que debe ser vista des de dentro, no desde fuera ni desde arriba en la lejanía.
     Personas que paralizan su vida, que dejan de vivirla por no entender qué sienten, por guardar en un armario su ambición para con el Amor. Por resignarse a no ser feliz por ignorarse.
     ¡Coge conciencia de poder! Abre las alas que te llevan a pasear en ti, a conocerte a ti. Y dedícate todo el tiempo que necesites hasta levantarte, pero cuando lo hagas… Si te vuelves a sentar que sea solo para descansar. Descubrir el brillo propio de cada cual… y permitirse ser coherente con él… Eso es lo que necesitas hacer, lo que necesito hacer.

     Las divagaciones me llevan a ideas claras, conducidas entre sí por un hilo de coral sobre el que a veces no es fácil caminar, las que me llevan al ensueño que ya no habré de anhelar.