jueves, 23 de abril de 2015

Princesa y Dragón

     Es un poco raro vivir en un pueblo que tiene su propio dragón... Bueno, en realidad creo que es más nuestro de lo que creemos. Apareció un día, cierto es... Pero eso de que venía de otro pueblo, pues como que no lo tengo claro...
    A mí me da que éste viene directamente para nosotros, por nosotros...
     Hay quien teme al fuego que emana de su boca, hay quien sufre de pavor al ver sus dientes, y también quien tiembla solo de pensar en sus poderosas zarpas.
     A mí me parece, la verdad, que es un dragón con presencia. Con un saber estar que en otros dragones jamás antes vi, una seguridad y una confianza en sí mismo que realmente me encandila, me da envidia. Y creo que eso me asusta más que su fuego: no duda, no hay titubeo alguno en su actuar.
     Los animales mueren entre sus fauces asumiendo un destino certero. Hay sumisión, no dudan sobre lo que va a pasar: la sombra del Dragón les gana en fuerza y dimensión, y ellos abrazan su destino sin prácticamente protestar. En cambio nosotros, cedemos al miedo. Buscamos donde encerrarnos desando que desaparezca, sin asumir que no va a ser así…  Y por no morir elegimos una vida que no vivir: encerrados en paredes que se ven absurdas para luchar contra el Dragón. Y no reaccionamos… Nos sentamos a temblar esperando que se solucione todo al soplar una Amapola o al desearlo al temblar.
     Miedos y penas acumulados en el aire, se respira en color gris y negro y te ahogas, intentando respirar un aire que desprecias porque te llena de desmotivación.
     Y no se puede sucumbir, no podemos permitirlo más. Cada uno elige su destino y cómo afrontarlo, y yo me cansé de llorar. No hay sorteos que valgan porque yo elijo mi destino, y ya no veo más opciones que mirar de frente al miedo y enfrentarme a él.
     Y no vale la pena vivir así. Entre lágrimas, temblores y una inyección de valor me encuentro ante su cueva. No hay sorteos ni azar, es mi propia decisión. Su inmensidad se hace presente ante mis ojos, y mis pupilas se dilatan pretendiendo aparentar. Controlo el temblor de mis piernas y mantengo firme la mirada. Sus ojos se clavan en lo míos y la ironía de su sonrisa crece con cada respiración. Pasamos así un rato indefinible y siento como si le robara su valor. Rojo color fuego son sus ojos que se clavan en mí pretendiendo hacerme arder… Mas no va a ser así: ¡No lo podrás conseguir!
     Y el rojo de su fuego es cada vez menos intenso, y mantener la mirada ya no resulta costoso, va cobrando ese misterio que descubro en su sonrisa: camuflada de ironía pero de nervios e incerteza llena. Ambos teníamos clara mi desventaja imaginaria, y en mis ojos se cuestiona la realidad de dicha apreciación.
      Su presencia no es tan firme, ni la mía languidece. Ya nada es lo que aparenta, la verdad sobre nosotros se cierne. Su postura cambia y el dragón empequeñece y justo entonces no es otro que San Jordi quien aparece…
    Inoportuno como siempre anhelando medallas de ajenas batallas. Blandía ya su lanza y para atacarse se preparaba, sin mirar y sin fijarse en nada.
   ¡Para! ¡No es tu batalla! Mantente al margen, caballero, y no pretendas salvarme de aquello en lo que creo. De mi fuerza, de mi valor, de derrocar la dictadura del pavor.
Quédate y mira si lo deseas, y espera que soluciones ésto, que libre mis batallas. Y cuando acabe con ello podré ser tuya si así lo deseo. Pero no puedes salvarme de mis miedos, de mis batallas y mis deseos. Esto es mío caballero y con esto y más, puedo…
     Si te necesito no dudaré en llamarte, sé que estás, pero no precipites tus andanzas salvando a quien no se ha perdido. Espera paciente, caballero, cuando mis batallas libre podré escucharte.
     La mirada del Dragón ya no es tan fuerte, ya casi ni duele. La rabia que lo magnifica desaparece ante mis ojos, por mis ojos… y cuando al acariciarlo se funde, entiendo qué es lo que quiero: mi vida en mí, conmigo y por mí. Asumiendo el miedo, cogiendo mi fuerza y dejándome ayudar, aprendiendo a escuchar.

     Es ahora caballero, cuando te puedo sentir, sin batallas en medio que quieras librar por mí.  




FELIZ DIADA DE... ¿SANT JORDI? 
FELIZ DIADA, VUESTRA DIADA


Imagen de https://www.flickr.com/photos/dulcedecoracion/3532805053/







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