Como la “Ratita presumida”: como esa ratita que se gastó todo su capital en ese lazo, y lo necesitaba para sentirse guapa. Porqué necesitaba olvidarse de su escoba y su escalera para que su cola luciera contenta: enlazada en rosa. Así me sentía…
Necesitada de que todos los
animales del lugar se pararan a mirarme, se entretuvieran a desearme, a
mentirme diciéndome cuanto me podrían Amar, o diciéndome cuanto me harían
disfrutar. Así me sentía de estúpida: esperando que mientras barro alguien me
ofrezca un plan mejor que sola no me atrevía a hacer.
Así me lloro: como un roedor
absurdo cuyo cuento nadie se molestó en escribir. Perdida entre gatos cansada
de esquivar lindas ratitas de sincero sentir.
Aún más tonta que rata por
regalar mi cola a cualquiera y rechazar al que pedía mis ojos y mis sonrisas.
Luciré digna mientras tenga un
lazo que ponerme y un tacón donde
perderme.
Y si barriendo mi escalera, ruedo abajo y no sé dónde voy a parar, probablemente
me volveré a levantar.
Y me descubro haciendo hipótesis
donde antes hice afirmaciones, y titubeando ensayos de palabras que antes fuero
tajantes afirmaciones.
Tal vez de tanto barrer me entró
alergia al polvo, esperando a que llegara algún galán con un aspirador.
Pues mi capital lo invertí en
lazos y ahora me toca fregar: fregar el
rastro que dejaron mis deseos, mi falta de conciencia en mi actuar.
Imagen obtenida de:
http://www.educa2.madrid.org/web/centro.cn.perales/recursos/-/book/cuentos-infantiles;jsessionid=811386D16050DB02273A49C7B5F4CA17?controlPanelCategory=portlet_book_viewer_WAR_cms_tools&_book_viewer_WAR_cms_tools_chapterIndex=a9c9133b-7f35-4979-be55-368973d90c3f
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