Los reveses del tiempo devastan cuerpos, corazones y Amores. Y llegué a odiar tanto su paso que colgarme de sus agujas fue cuanto se me ocurrió para intentarlo romper.
Y el acero inoxidable jamás fue tan fuerte como entonces, y me sostiene a modo de péndulo utilizándome a su favor.
Yo le grito, enfadada, frustrada y humillada. Ansió doblegarlo a mi antojo y moldearlo a mi placer... y él, que no cede, entre risas y burlas me condena a ser su esclava y ahora hasta deseo ser el cuco de su reloj.
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